¿Es preocupante la contaminación en Pamplona?
Por Jesús Miguel Santamaría
Catedrático de la Universidad de Navarra y director del proyecto Life+Respira
Estos días estamos disfrutando en Pamplona, y en otras zonas de España, de unas temperaturas muy agradables, que son consecuencia de una situación anticiclónica que afecta a buena parte del país. Sin embargo, a pesar de esta sensación de confort, la estabilidad térmica repercute negativamente en la calidad del aire, favoreciendo la formación de inversiones térmicas que dificultan la dispersión de los contaminantes.
En consecuencia, en varias de las estaciones de vigilancia de la calidad del aire de la Comunidad Foral se están superando estos días los límites fijados para algunos contaminantes atmosféricos, como las partículas de tamaño inferior a 10 micras (PM10), que no deben superar los 50 mg m-3 diarios. En Pamplona este nivel no suele superarse más de tres veces al año, un valor muy inferior al de ciudades como Madrid o Barcelona, donde suele sobrepasarse hasta 15 veces por año. En cualquier caso, incluso en estas grandes ciudades, los registros suelen estar por debajo del límite legal, que establece que estos niveles no han de superarse anualmente más de 35 veces.
Pero aunque los registros del momento no sean alarmantes, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la calidad del aire que respiramos. Y, en estas circunstancias, conviene recordar que el papel de los ciudadanos puede resultar crucial para mitigar este problema, ya que el tráfico de vehículos a motor es la principal fuente de contaminación en las ciudades. Por ello, utilizar medios de movilidad sostenible, como la bicicleta, constituye una alternativa que, además de mejorar la salud del que lo practica, ayuda a mantener un aire limpio.
El proyecto Life+RESPIRA (www.liferespira.eu) defiende la idea de que los ciudadanos podemos convertirnos en protagonistas del cambio. De esta forma, la máxima “piensa globalmente y actúa localmente” adquiere especial significación, ya que el uso de la bicicleta reduce el uso de combustibles fósiles, con el consiguiente beneficio para la calidad de vida de nuestras ciudades y también para la salud del planeta, dado que recorta la emisión de gases de efecto invernadero.